lunes, 3 de junio de 2019

El 25 de mayo. El teatro histórico que recuperaron los vecinos de Villa Urquiza


por Claudio Larrea SEGUIR Cecilia Acuña  para Brando

Inaugurada en mayo de 1929, hace exactamente 90 años, esta sala que es un orgullo de Villa Urquiza fue concebida a imagen y semejanza de los grandes teatros del centro porteño. 
Abandonada durante décadas, su recuperación fue impulsada por los vecinos, que lograron que el Gobierno de la Ciudad la pusiera en valor y la transformara en un Centro Cultural.

Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

La historia cuenta que a principios del siglo XX, los vecinos de Villa Urquiza deseaban una sala igual de majestuosa que las del centro de la ciudad. 
Y la consiguieron. Se trata del teatro 25 de Mayo, ubicado a metros de la esquina más famosa del barrio: Triunvirato y Olazábal. 
El arquitecto fue un italiano llamado Máximo Gasparutti que comenzó con el proyecto en 1912 y que lo concluyó con la inauguración, en 1929.
Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

Conocido también como el Petit Colón debido a su afinada acústica, la sala del teatro tiene forma de herradura y fue concebida de acuerdo con los criterios italianos de la época, con dos bandejas de palcos.

Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

La arquitectura del edificio en general se corresponde con un estilo neoclásico o ecléctico que, por un lado, combina elementos tradicionales utilizados a finales del siglo XIX como los revestimientos símil piedra en la fachada, estucos en el interior, mármoles, pisos de granito en damero y vitrales en cúpulas y ventanas.
Por otro lado, la estética convive con criterios modernos y racionalistas de plantas simétricas y estructuras funcionales junto con hormigón armado. 
Entre sus hitos, figura una presentación de Carlos Gardel en 1934.

Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

Sin embargo, aquellos primeros años de esplendor se fueron perdiendo con el paso del tiempo. 
En 1982, el teatro cayó en desgracia y se mantuvo cerrado hasta 2003 cuando, antes de convertirse en bailanta o en bingo, fue salvado, una vez más, por la comunidad de vecinos del barrio que logró que el Gobierno de la Ciudad lo adquiriera vía ley de expropiación y lo pusiera bajo cuidados intensivos.
Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

Estropeada y olvidada, sin sus butacas originales y pintada de un marrón que todo lo oscurecía, la construcción fue restaurada durante cuatro años hasta que, en noviembre de 2007, resucitó no solo en su función original de cine-teatro, sino también como centro cultural.
Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea
Entre los trabajos más destacados que se hicieron se encuentra el haber recuperado la función principal de la sala, la de cine-teatro, que se actualizó tecnológicamente bajo la atenta mirada y escucha del mismo equipo de acústica que trabajó para reconocidos espacios como el Teatro Colón, la Usina del Arte y la Ballena Azul del CCK.
Fuente: Brando - Crédito: Claudio Larrea

Además, en el resto del edificio se restauraron los revestimientos, se recuperó la paleta de colores, toda la yesería y los vitrales.
También se rescató el antiguo salón Blanco del primer piso, que se convirtió en la sala Redonda, custodiada por un perímetro de columnas, donde todos los meses se exhibe lo mejor del teatro off de la ciudad.
Para darle uso como centro cultural, el edificio se amplió en altura con dos pisos más, donde se encuentran las actuales oficinas administrativas y dos aulas divisibles para cursos y talleres. 
Hace unos meses, se puso en valor la terraza, en la que se realizan espectáculos al aire libre y, además, funciona un bar para atraer al público joven.
Este domingo 26, para celebrar los 90 años de su inauguración y la Semana Patria, desde las 11 de la mañana habrá actividades gratuitas para toda la familia: talleres de arte y teatro, proyección de cortos, milonga, música en vivo y chocolate con churros. 
Se puede consultar la programación en las redes del Centro Cultural.
*Asesoramiento: Arquitecta Bettina Kropf, consultora especializada en proyectos de edificios de alto valor patrimonial, que participó del equipo de trabajo que recuperó el 25 de Mayo.

viernes, 24 de mayo de 2019

¡Feliz cumpleaños, Petit Colón!



El Centro Cultural 25 de Mayo, emblema de Villa Urquiza, celebra su 90º aniversario. 
Fue inaugurado oficialmente el 23 de mayo de 1929 como cine y teatro. 
Entre otros artistas, pisaron sus tablas Carlos Gardel y Libertad Lamarque. 
En 1982 cerró sus puertas y permaneció en esa condición durante 25 años. 
Tras una larga lucha vecinal, fue reabierto en 2007 y desde marzo pasado recuperó las proyecciones de películas.
El Cine Teatro 25 de Mayo es posiblemente, junto al Banco Nación, el edificio más importante de Villa Urquiza. 
Ubicado en Triunvirato 4444, este mes cumplirá 90 años de vida, aunque 25 de ellos permaneció cerrado. 
No sólo eso: corrió el riesgo de convertirse en boliche bailable o bingo. 
El inmueble fue expropiado por el Gobierno de la Ciudad en 2004 y reabierto en 2007, tras varios años de lucha vecinal. Hoy presenta una atractiva oferta cultural y, entre otras novedades, recuperó las proyecciones de cine, para alegría de los vecinos nostálgicos.

Los orígenes
El edificio, conocido como Petit Colón, fue la obra cumbre del arquitecto Maximino Gasparutti. 
La piedra fundamental se colocó el 25 de mayo de 1925, bajo el padrinazgo del señor Pedro Del Ponti y la señora Juana Touriñán de Sívori. 
Después de cuatro años de trabajos, el 23 de mayo de 1929 se realizó el acto inaugural ante una numerosa y “realmente selecta concurrencia” con una característica inesperada: “¡La total ausencia de las autoridades comunales!”, según detalló en su crónica el periódico la Palabra.
Al día siguiente, viernes 24 de mayo de 1929 por la noche, se llevó a cabo la función inaugural. 
La ceremonia del día 23 se inició en el “salón de espectáculos” y, según las crónicas, fue sencilla y solemne. Luego de la bendición del cura párroco Manuel Ruano, pronunció un “conceptuoso discurso el señor Luis Andrés Sívori, presidente del Directorio de la Sociedad que levantó la obra. 
Finalizó el acto con el Himno Nacional, coreado por toda la concurrencia. 
Pasó luego ésta al Salón Blanco, donde se sirvió un lunch suntuoso”.
Sívori, gerente general de la flamante sala, dijo: “Esta obra que hoy inauguramos, sobre la que acaba de descender la bendición del cielo, que se entrega a una alta misión cultural, honrada por vuestra presencia, envuelta en voto popular auspicioso, es grande por las fatigas que desde sus cimientos la han elevado a lo alto… ¡Nada hubiéramos hecho si nuestro propósito hubiese sido hacer algo mezquino; nos propusimos realizar algo grande y lo grande está aquí: ya lo tenemos!”.
Según el programa publicado en el periódico Información, el día 24 se anunciaba el debut de la “famosa troupe Imperial procedente de los teatros europeos y el Teatro Colón de Buenos Aires, bajo la dirección del reputado artista Manuel Arroyo. 
Se pondrá en escena una función en la cual se reproducirán hechos históricos del 25 de mayo de 1810 y año 1840 de la tiranía”.

Además se menciona el “extraordinario estreno del monumental film por Monna Maris y Liane Haid, Marquis d’Eon”, y la presentación de tres orquestas: Clásica, Jazz Band y Típica criolla. 
También se informa que la empresa Corbicier, Wessels y Cia. “ha tomado en arrendamiento el Cine Teatro 25 de Mayo con el ánimo de realizar, en el campo artístico teatral, una obra concordante con el pensamiento que ha presidido la construcción del edificio monumental que engalana a General Urquiza”. 
La empresa “ofrecerá al público de General Urquiza, Villa Modelo, Pueyrredon y villas adyacentes, espectáculos teatrales y cinematográficos seleccionados cuidadosamente, morales, instructivos, atrayentes”. 
Y el anuncio remata así: “Será, para el pueblo, un hogar, no una sala de espectáculos más”.

El Morocho del Abasto fue uno de los grandes artistas que pasó por el 25 de Mayo.
Desfile de estrellas
Intentar enumerar a los artistas que pasaron por el escenario del Cine Teatro 25 de Mayo seguramente será una tarea inabarcable. 
Desde un primer momento estuvo llamado a codearse con figuras como Agustín MagaldiEdmundo RiveroBruno GelberOlinda BozánJorge SalcedoAzucena MaizaniLibertad Lamarque, incontables compañías de teatros y todo tipo de orquestas y músicos.
¿Cuántos actos de fin de curso tuvieron lugar en el 25 de mayo? ¿Cuántas veces sus salones se alquilaron para fiestas y representaciones teatrales de los vecinos, como las que hacía Gregorio Surif con los alumnos de su Instituto? Hasta Carlos Gardel dejó pedazos de su corazón al estampar su autógrafo en alguna de las paredes del camarín, cuando cantó en el año 1933.
Las históricas presentaciones ocurrieron el 10 y 11 de junio y el 9 y 10 de setiembre de ese año, en el marco de una gira que el Zorzal Criollo hizo por los barrios de Buenos Aires. Sin saberlo, sería la última antes de partir a Europa y luego fallecer trágicamente en Medellín dos años después. 
Pese a que muchos dudaban de que Gardel se hubiera presentado en la sala de Villa Urquiza, este periódico reprodujo en exclusiva en el año 2008 el documento periodístico que lo comprobó. 
Se trataban de dos pequeños anuncios publicados en la Sección Espectáculos del diario La Nación, el sábado 9 y el domingo 10 de setiembre de 1933, en los que se informaba el debut del cantante y sus guitarristas y el costo de la platea: $1.
Cierre y recuperación
La sala cerró sus puertas en el invierno de 1982, tras un largo período de decadencia. 
Así comenzó una serie de conflictos respecto a cuál iba a ser su futuro. Triol S.R.L., la empresa propietaria, solicitó a la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires el cambio de destino del inmueble a fin de habilitarlo como Local de Baile Clase “C” y Café-Bar, Casa de Lunch y Restaurante. 
El 3 de febrero de 1987 la Dirección General de Habilitaciones y Permisos notificó a los dueños que era “factible autorizar el cambio solicitado”.
Sin embargo, la respuesta de los vecinos no se hizo esperar. Se fueron agrupando para intentar recuperar la sala y se opusieron sistemáticamente a cualquier proyecto que no tuviera que ver con el teatro o el cine. “Vecinos por el 25 de Mayo” fue el nombre que eligieron para identificarse. 
En diciembre de 2003 renació la esperanza de la reapertura, ya que el Decreto Nº 3.089 firmado por Aníbal Ibarra autorizó la compra del edificio en algo más de cinco millones de pesos. 
El 1 de diciembre de 2004 se firmó un Acta Acuerdo entre “Vecinos por el 25 de Mayo” y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde se definió el carácter público del teatro y la participación de los vecinos en la planificación y gestión de las actividades que se desarrollarían en el futuro “Complejo Cultural 25 de Mayo”.
Finalmente, el 21 de noviembre de 2007, luego de permanecer 25 años cerrada, la sala reabrió sus puertas. Esta fecha, sin dudas, marcó un hito no sólo en la historia de la institución sino también en la del barrio de Villa Urquiza.

El Cine Teatro 25 de Mayo a fines de la década pasada, cuando su futuro era una incógnita. El Gobierno de la Ciudad lo recuperó gracias a la lucha de los vecinos.
Volvió el cine
El próximo 23 de mayo el Petit Colón cumplirá nueve décadas de vida y, para celebrarlo, desde el mes de marzo se recuperaron las proyecciones de cine, que se realizan todos los miércoles en dos funciones. 
La primera es a las 19 y se enmarca en el ciclo El Noventón, una selección del mejor cine de los últimos 90 años (cada mes está dedicado a una década). 
En marzo se vieron clásicos de 1929 a 1939; en abril se tomó el período que va de 1939 a 1949; en mayo de 1949 a 1959 y así sucesivamente. 
La segunda función es a las 21.30 y se destina a la proyección de películas temáticas. 
En la sala hay 500 butacas disponibles, con entradas a 100 pesos.
Abonando a la teoría de que la vida es un círculo, el 25 de Mayo festeja sus 90 años volviendo a sus orígenes.

jueves, 10 de enero de 2019

miércoles, 9 de enero de 2019

Se inicia la restauración del edificio del "Mercado del Progreso", un ícono de Caballito

publicado en La Prensa







El centenario edificio del "Mercado del Progreso", centro comercial y testigo de la historia del barrio de Caballito, vivirá en los próximos meses un proceso de restauración que promete devolverle su esplendor de antaño y dejarlo ubicado entre las joyas arquitectónicas de Ciudad de Buenos Aires.
Los detalles de la obra a desarrollar durante seis meses en el edificio de Rivadavia y Del Barco Centenera fueron repasados el viernes último durante una visita que organizó el Gobierno de la Ciudad y de la que participaron una decena de constructoras.
El grupo de arquitectos que se dio cita en el lugar destacó de manera unánime la belleza de una construcción que, con sus monumental letrero y su decoración Art Déco, hace recordar a las obras de Francisco Salamone, ingeniero que regó con su talento el centro de la Provincia de Buenos Aires durante la década de 1930.


"Es una restauración de dificultad media. Por lo general, los arquitectos decimos que los edificios Déco, donde predominan las líneas rectas, 'envejecen' bien y son más fáciles de restaurar que los Art Nouveau, donde los motivos imitan a formas de la naturaleza", comentó el encargado de la recorrida.
Pero el Mercado es más que esa fachada y por en sus trajinados pasillos se pueden percibir los ecos históricos de un barrio y un país.
Por ejemplo, ese edificio se inauguró en 1889 durante la presidencia de Miguel Juárez Celman y sirvió como centro de reclutamiento para la revolución de 1890 que terminó con los días de ese gobernante cordobés al frente de la Casa Rosada.

Roberto Arlt, quizá uno de los más sensibles relatores de la vida porteña del siglo XX, ubicó a uno de los personajes de su novela "El juguete Rabioso" como vendedor de papel en las instalaciones del mercado de Caballito.
Pero además de esa historia en mayúsculas, hay cientos de relatos mínimos: los de aquellos que han heredado sus locales de padres o abuelos, o los de esos clientes que no abandonan la costumbre de comprar allí "aunque afuera puedan ahorrarse unos pesos".

"Conozco este lugar desde antes de nacer. Mi madre conoció a mi padre que era carnicero en la década del 20, se enamoraron acá y se casaron", comenta el vecino Ramis que, aún hoy, con su avanzada edad, recorre los comercios saludando y deseando un buen año a los comerciantes.
En aquella década dónde se alternaban los gobiernos radicales de Yrigoyen y Alvear, el Mercado abandonó su primera fachada de características austeras y adoptó las líneas del Art Déco que hoy muestra.
Ese frente, hoy ajado por el paso de años de descuido, que muestra las cicatrices de remiendos modernizadores que le fueron quitando brillo, vivió peores días a fines de la década de 1970 cuando directamente se lo tapó con unas planchas de metal.
"Durante años, algunos de los espacios que dan a la calle fueron habitados por empleados del Mercado y como tenían la costumbre de colgar ropa en las ventanas los propietarios pensaron que era mejor ocultar esa situación con esas láminas", señala Alfredo Andrada, uno de los históricos comerciantes del lugar.
Hoy, con una licitación en marcha, todos se entusiasman y -aunque descartan la posibilidad de que siga los pasos del Mercado de San Telmo donde predomina la oferta gastronómica- sueñan con la inclusión del "ícono de Caballito como parte de un circuito turístico".

De hecho, en la actualidad, algunos visitantes se animan a salir de los tradicionales recorridos porteños y hay guías de turismo que ofrecen visitas al lugar para conocer "el Buenos Aires más tradicional
".



Historia del mercado


El 9 de noviembre de 1889 se inauguró el mercado construido por la Sociedad de Progreso de Caballito, ubicado en la calle Rivadavia esquina Silva (hoy Barco Centenera), frente a las casas de Ocantos y al lado de un edificio en ruinas. El local fue bendecido por el Padre de Flores, padre De vita, y contó con dos bandas de música que acompañaron el acto, que culminó con una reunión social en el hotel Roma. La reunión contó con los puesteros, vecinos, autoridades y personajes como el doctor Enrique Quintana. El Mercado del Progreso fue poblado por trabajadores en su mayoría inmigrantes, y abastecía principalmente a los barrios de Almagro, Caballito y Flores.

Entre tantas historias que rondan al mercado, una dice que en 1890 fue usado para el reclutamiento de tropas para la revolución de ese año y que en su momento, hasta fue comparado con los mercados de París.

Los espacios al aire libre se cubrían en esa época con toldos para cubrir la mercadería, mientras que en la década del '30, se decoró el frente del edificio con el nombre de mercado utilizando letras art-decó que actualmente están bajo la nueva cubierta. 
Los materiales con el que fue construído fueron hierro, ladrillo y mármol, y la disposición de su estructura, hacían que las condiciones de ventilación y limpieza y su estudiada orientación, lo convirtieran en uno de los más higiénicos para su época.

El pabellón central estaba exclusivamente reservado a la venta de carne. 
Completamente libre, sin paredes que impidieran circular libremente el aire, y cerrados los puestos durante la noche por planchas de hierro, tenía una excelente ventilación directa. 
En una de las galerías laterales donde había anchas tablas de mármol con fuentes de aguas constantes, se vendía exclusivamente pescado que podía ser lavado y aún conservado en agua con gran comodidad. 
El resto de las galerías estaban dispuestas para la venta de hortalizas y frutas. En total eran 53 puestos.

El mercado estaba bien provisto de agua por medio de dos fuentes colocadas en el centro. 
Todos los departamentos estaban provistos de agua, de manera que la limpieza podía se inmediata y completa.

Roberto Arlt, un agudo observador de los personajes de Buenos Aires, no puede olvidar lugares típicos de esta ciudad, es así que en su novela El juguete rabioso; su protagonista recorre el mercado "El progreso" vendiendo papel de diario para las pescaderías y carnicerías.

El Mercado consta en la actualidad de 17 negocios ubicados hacia el exterior y 174 puestos interiores distribuidos en una superficie de 3600 metros cuadrados.

El cerramiento del pabellón central se suprimió por formar parte los puestos del espacio central interior. El acceso por el pasaje transformó su escala en peatonal, anulando la entrada de carros, y cubriendo los adoquines con baldosas. Hoy es utilizado por los proveedores de mercaderías.

nota de la revista de Caballito

El Mercado del Progreso es el comercio más antiguo del barrio,  fue inaugurado el 9 de noviembre de 1889. Fue construido por iniciativa de la Sociedad de Progreso de Caballito . Está ubicado en la esquina de las calles Rivadavia y Del Barco Centenera, antiguamente llamada Silva, ya que por allí pasaba el Arroyo Silva.
El estilo arquitectónico es de neto corte funcional, con una gran cubierta metálica al estilo de los mercados de París, lo que permitía grandes espacios libres. La entrada al mismo se podía hacer en carros tanto por la calle Rivadavia, por Silva, o por el pasaje Coronda. Los espacios descubiertos se cubrían con toldos.
Originalmente constaba de dos niveles, siendo la planta baja de locales comerciales externos, un pabellón central con cuatro naves y dos galerías laterales, y 1200 m2 de viviendas en la planta alta.​ A pesar de no contar con grandes proporciones (sólo 70 varas de lado) contaba con amplitud para el servicio y excelentes comodidades. Las condiciones de limpieza y de ventilación gracias a su cuidada orientación eran novedosas para la época. En total habían 53 puestos. En el pabellón central de 6,50 m de altura se vendían exclusivamente las carnes por ser el área de mejor ventilación por la falta de paredes, al igual que en la actualidad.  Una de las galerías laterales se proveyó de anchas tablas de mármol y fuentes con circulación de agua constante para la venta del pescado fresco. En las restantes galerías se vendían las hortalizas y frutas, y al frente había amplios almacenes. La provisión de agua se realizó por medio de dos fuentes ubicadas en el centro del pabellón, bajo el centro de la cúpula, que abastecía asimismo a los departamentos.
Con la transformación del barrio el mercado se transformó en un espacio de gran movimiento para los vecinos así como para los vecinos de Almagro y Flores. Muy pronto se ocuparon cientos de puestos al aire libre y cubiertos por toldos, en su mayoría pertenecientes a trabajadores inmigrantes.
El mercado fue abierto y reabierto en varias oportunidades. Una de las reaperturas fue por reformas en 1894. El 13 de enero de ese año, don Santiago Cangallo quien era el propietario, comunicó que el día viernes ofrecería carne a las familias indigentes, acto que quedó en el recuerdo de los vecinos.
Con el tiempo se fueron introduciendo reformas, en los años ’20 se incorpora el Pasaje Coronda como calle interna de servicio, donde se instalan las cámaras frigoríficas. Entre 1929 y 1930 se reforma la fachada con ornamentación a la moda de la época aunque combinando con los elementos clasicistas del frente sobre Centenera. Se incorpora en el frente un reloj y el nombre del mercado en estilo Art decó.
El mercado pasa de la primera sociedad anónima a manos de un único dueño, luego en los años 50 y 60 hubo inquilinos, hasta que en 1957 sufre una crisis, que resulta en un acuerdo entre la familia propietaria y los puesteros arrendatarios, mediante el cual forman una sociedad anónima y compran el predio, para hacerse cargo de su explotación comercial hasta nuestros días.
En la década del ´70 la fachada tuvo otro cambio, ya que el frente fue cubierto por placas de aluminio en diferentes tonos de marrón, beige y naranja  tapando la fachada Art Decó.  Finalmente ese frente fue removido, volviendo a lucirse la fachada que puede verse en la actualidad.
Otro agregado que se hizo fueron los murales realizados por la artista plástica Mónica Corrales, que ilustran la historia del Mercado y del barrio.
Actualmente el edificio cuenta con 17 negocios a la calle y 174 puestos interiores distribuidos en 3600 m2, que triplica la superficie de hace 114 años.
El mercado es uno de los grandes referentes de la ciudad en el área gastronómica. Muchos habitantes tanto como chefs visitan el mercado semanalmente para abastecerse de una amplia variedad de productos de selecta calidad.3​La atención es personalizada, debido a que a mayoría de los puestos que allí se encuentran son atendidos por sus propios dueños, muchos de ellos fueron pasando de generación en generación, siendo 60 de ellos nietos y bisnietos de los pioneros.
Los productos que se pueden conseguir en el Mercado son frutas, verduras y hortalizas nacionales o importadas, todo tipo de carnes frescas y frutos de mar, elaborados en formas modernas o tradicionales, como ser matambres, carnes rellenas, empanadas, etc.
El mercado tiene fama de ser caro, y si bien, los vecinos y clientes comparten esa opinión, la mercadería que ofrece es de primera calidad.

En el año 2001 fue declarado Sitio de Interés Cultural por el Gobierno de la Ciudad.


Ubicación

street  view


lunes, 7 de enero de 2019

El aniversario de Mar del Sud.

Hotel Boulevard Atlántico. Mar del Sud. Año 1945. Archivo Pablo Grigera

por el arquitecto Pablo Grigera

Si bien no existe una fecha formal de fundación, el municipio de General Alvarado a partir de estudios realizados en archivos y a partir de la opinión de estudiosos del tema, ha adoptado la del 4 de febrero como fecha fundacional de la localidad.
La elección de esta fecha nos obliga a realizar una serie de consideraciones al respecto ya que no queda claro del porqué de dicha fecha en detrimento de otras, pero: ¿cuál adoptar?
A estas alturas sabemos que Mar del Sud surge a partir de la venta de las tierras al NE del Arroyo la Carolina por parte de su propietario, Fernando Julián Otamendi, a una Sociedad Anónima encabezada por el ingeniero Rómulo Otamendi el 28 de mayo de 1888, según reza la escritura correspondiente.
Lo que hoy conocemos como Mar del Sud, desarrollado en su mayor parte al SO del mismo arroyo, en realidad adoptó el nombre de Boulevard Atlántico a partir de un proyecto que Fernando Julián Otamendi, el mismo propietario de las tierras de Mar del Sud, vendiera al Banco Constructor de La Plata el 8 de agosto de 1889 y que era dirigido entonces por Carlos Mauricio Schweitzer, su fundador y director principal. Hoy en día ambas localidades son conocidas bajo el nombre de Mar del Sud pero divididas en dos circunscripciones diferentes: la V y la VI respectivamente.
A partir de estos hechos queda claro que podríamos adoptar como fecha de fundación la de la compra de las tierras de Mar del Sud, es decir mayo de 1888, o las de Boulevard Atlántico en 1889, que es el sector que realmente se desarrolló por aquellos tiempos.
El historiador Fernando Enrique Barba sostiene que la fecha de fundación de pueblos o ciudades depende de varios factores, a saber: la existencia de un acta fundacional, la de un decreto o ley de creación, la fecha del primer loteo o la de inauguración de la estación ferroviaria, iglesia o fuerte militar.
En el caso de Mar del Sud, hay que recordar la inexistencia de acta fundacional o de inauguración de estación de ferrocarril, iglesia o fuerte, por lo que podría adoptarse, según este criterio, la del primer loteo.
A partir de la compra de las tierras en 1888 la Sociedad Anónima, dirigida por el ingeniero Otamendi, inicia la venta de las tierras al NE del arroyo La Carolina en sendos remates publicitados por los diarios de la época: el primero, realizado el 21 de enero de 1889, el segundo el 28 de enero y el tercer remate, ya por falta de ofertantes, el 4 de febrero de 1889.
De acuerdo a estos datos se podría considerar entonces la fecha del 21 de enero, como fecha del primer loteo, en detrimento de la del 4 de febrero como fecha fundacional de Mar del Sud, siendo esta última también coincidente con la fecha de escrituración de los primeros lotes. De este hecho particular surge entonces la elección adoptada por el municipio.
Finalmente es de hacer notar la existencia de documentos periodísticos que revelan una nueva fecha fundacional para Mar del Sud, ya que los diarios de la época publican que el “el domingo 6 de enero tendrá lugar la colocación de la piedra fundamental del nuevo pueblo Mar del Sud, en el Partido Pueyrredón”.
Quizás la falta de documentación al momento de la elección de la fecha fundacional, haya conspirado para obviar este dato concreto en detrimento de los otros. 
Vayan entonces estas apostillas históricas a 130 años de su fundación.